Nuestra Historia

Nuestro viaje arrancó en Morelia, Michoacán, una ciudad rica en tradición y cultura, pero donde enfrentábamos desafíos serios en materia de ética y transparencia dentro de las organizaciones. Fue precisamente allí, en reuniones de equipo y pasillos de oficinas, donde nos percatamos de la gravedad de la situación: las empresas carecían de un canal de denuncias anónimo que realmente respondiera a sus necesidades, que fuese accesible, seguro y, sobre todo, asequible.

Durante meses, nosotros y muchos colegas buscamos sin éxito una solución “a la medida”. Probamos plataformas costosas que ofrecían funcionalidades genéricas, herramientas gratuitas que no daban garantías de confidencialidad, y servicios que requerían largos procesos de implementación. La dificultad de encontrar un servicio que combinara adaptabilidad y un precio razonable nos llevó a la misma frustración una y otra vez.

Al mismo tiempo, participábamos en investigaciones internas de irregularidades, desde fraudes financieros hasta conductas poco éticas. Era habitual descubrir que compañeros de área o de proceso ya sabían o al menos sospechaban lo que ocurría. Conversaciones informales en la cafetería, rumores en los pasillos o apuntes en libretas privadas eran la única evidencia. Sin embargo, esa información no llegaba a las instancias correspondientes, y terminaba diluyéndose entre promesas de “lo revisaremos” o simples correos sin seguimiento.

En otras ocasiones, los colaboradores recurrían a buzones de queja, correos electrónicos o infinidad de medios informales. El resultado: las denuncias quedaban perdidas, dispersas en bandejas de entrada o archivadores, hasta que nadie sabía exactamente dónde buscarlas. Para colmo, cuando una investigación avanzaba y señalaba a un sospechoso, los jefes inmediatos de ese empleado lo protegían, desacreditando los testimonios o presionando para que el caso quedara archivado. Todo ello generaba un círculo vicioso de desconfianza y silencio.

Frente a esta realidad, comprendimos que el verdadero reto no era solo ofrecer un “canal” más, sino construir una plataforma robusta, capaz de garantizar el anonimato, la trazabilidad de cada reporte y la entrega puntual de información a quienes tenían la responsabilidad de dar seguimiento. Queríamos que la herramienta se adaptara al tamaño y estructura de cualquier empresa, sin importar si era una PYME regional o una corporación con múltiples sedes.

Cuando finalmente lanzamos nuestro canal de denuncias anónimo, descubrimos que las compañías podían obtener un retorno de inversión en tan solo 45 días. Con una difusión interna adecuada charlas informativas, recordatorios en la intranet y material gráfico en murales, las organizaciones empezaban a recibir alertas tempranas de riesgos que, de otro modo, habrían pasado desapercibidos y generado pérdidas mucho mayores.

Pero no nos detenemos ahí. Cada día recogemos comentarios y sugerencias de nuestros clientes: “¿Podrían añadir un reporte de tendencias mensuales?”, “¿Y si integramos autenticación multifactorial opcional?”, “¿Cómo visualizamos el estatus de cada caso en un dashboard?”. Con base en esas necesidades reales, mejoramos continuamente la plataforma: lanzamos nuevas versiones cada trimestre, añadimos integraciones con sistemas de Gestión de Recursos Humanos y comunicamos las innovaciones a través de boletines especializados.

Hoy, nuestra solución no solo representa un mecanismo de detección de fraudes y conductas indebidas, sino un pilar de la cultura organizacional, fomentando la transparencia, la rendición de cuentas y la confianza interna. Y todo esto surgió porque, en Morelia, nos cansamos de buscar sin encontrar, y decidimos crear aquello que siempre habíamos necesitado.

Voz Valiente es una empresa comprometida con empoderar a las personas, brindando una plataforma segura y anónima para denunciar abusos, acosos y situaciones injustas en el entorno laboral. Fomentamos un ambiente de respeto, confianza y justicia dentro de las organizaciones, asegurando que todas las voces sean escuchadas sin temor a represalias.